Notre Dame y el patrimonio invisible

16.04.2019

El triste incendio ocurrido en la magnífica catedral de Notre Dame en París, pone sobre la mesa diversas cuestiones en torno a la situación actual del patrimonio internacional. Por un lado, con los medios disponibles hoy en día, nos sorprende que casos como el de Notre Dame puedan suceder aún hoy en día arrasando en pocos minutos lo que lleva en pie cientos de años; como ocurría en tiempos pasados. Aún nos sorprende más que buena parte de este patrimonio haya llegado realmente hasta nosotros, cuando hemos sido testigos de como, a pesar del despliegue de medios, la perdida total de un monumento irrepetible ha sido cuestión de pocos minutos.

Notre Dame símbolo de París, se ha convertido también en el símbolo del poder de los medios de comunicación y las imágenes, pero en unas circunstancias que suponen un análisis más complejo. Al igual que ocurre con atentados y desgracias, la lejanía o la cercanía, y el patritismo de lo propio genera olas de filias, fobias o simple indiferencia con la pérdida de enclaves o vidas humanas. En el caso del Patrimonio ocurre algo parecido. Podríamos pensar que son los medios de comunicación los que mueven a las masas; con la inestimable ayuda de las redes sociales. Pero como decimos el análisis es, creemos, más complejo.  En los últimos años, los desastres naturales, las guerras, el terrorismo e incluso la propia negligencia, como podría ser el caso que analizamos, han supuesto la perdida de miles de elementos patrimoniales en buena medida únicos e irrepetibles...¿Qué pasa entonces con el patrimonio cercano que se deja caer por desidia y abandono?. Una iglesia del siglo XII en ruinas, un castillo a punto del colapso y un largo etcétera de elementos similares en nuestros propios términos municipales son acaso menos importantes que la majestuosa Notre Dame?. La respuesta es no. Pero falta cultura y educación patrimonial, y sobra postureo político y social en medios y rrss. Mientras nos rasgamos las vestiduras con Notre Dame (que es muy sano que lo hagamos) y los millones llueven en forma de mecenas millonarios, empresas, y ciudadanos de a pie; otro patrimonio muere en el olvido sin falta de incendios arrasadores que lo destruyan. La desidia política y social es suficiente.

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